Construir un MVP es un hito. Significa que una idea tomó forma, llegó a usuarios reales y entregó algún tipo de valor. Pero pasar de MVP a producto escalable no se trata solo de agregar funcionalidades o reescribir código — se trata de crecer con intención. Muchos equipos enfrentan esta transición sin prioridades claras, intentando escalar decisiones tomadas en una etapa anterior, o paralizándose al no saber qué conservar y qué replantear.
La metodología Lean—adaptada de la manufactura industrial al mundo de los productos digitales—enfatiza el aprendizaje validado por sobre la ejecución perfecta. En lugar de invertir mucho en un producto completamente construido desde el inicio, el pensamiento Lean promueve construir lo mínimo necesario para aprender algo concreto del mercado o los usuarios.
Su herramienta central es el MVP (Producto Mínimo Viable), no como una versión reducida del producto final, sino como un experimento funcional que ayuda a confirmar o rechazar una hipótesis central del negocio.
El objetivo del MVP es comenzar el proceso de aprendizaje, no terminarlo. A diferencia de un prototipo o prueba de concepto, un MVP no solo busca responder preguntas de diseño o técnica. Su objetivo es poner a prueba hipótesis fundamentales del negocio.
A menudo hay confusión sobre qué se espera de un MVP. Muchos lo ven como la primera versión técnica del producto — algo sobre lo que construir. Pero si seguimos la definición Lean con precisión, el MVP no está diseñado para escalar. Está diseñado para validar.
En teoría, un MVP podría desecharse completamente después de cumplir su función, porque su verdadero valor está en lo que enseña, no en lo que construye. En la práctica, eso no siempre ocurre. Los equipos muchas veces escalan sobre su MVP, por decisiones de tiempo, presupuesto o estrategia tomadas en fases tempranas. Eso no es necesariamente un problema, siempre y cuando el equipo sea consciente de los compromisos asumidos y reevalúe qué debe continuar y qué no.
La clave no es si el MVP se reutiliza o se reconstruye—sino si entrega una versión real y testeable de la idea. Algo que los usuarios puedan experimentar realmente. Por eso la analogía común es construir primero una bicicleta—no solo una rueda. La idea es resolver la necesidad central desde el primer día, aunque sea de forma simple. Si eso funciona, se puede evolucionar hacia una moto o un auto. Pero el aprendizaje viene de algo funcional, no de ensamblar piezas sueltas.
No hay una fórmula universal para avanzar más allá del MVP, pero algunas perspectivas ayudan a ganar claridad. Un buen siguiente paso comienza revisando qué validó realmente una necesidad del usuario, qué decisiones se tomaron por velocidad y ahora limitan el crecimiento, y qué puede mantenerse simple sin afectar la experiencia. También vale la pena preguntarse si el equipo actual está preparado para la próxima etapa—o si sumar nuevas capacidades evitará errores comunes. En algunos casos, diseñar una versión “post-MVP” intencional—más robusta pero aún ágil—puede sentar las bases para crecer sin tener que reconstruir todo más adelante.
Cada producto tiene su propio recorrido, pero hay áreas comunes que suelen requerir atención al escalar:
Al mismo tiempo, hay elementos que muchas veces es mejor no tocar:
En 301, trabajamos tanto con equipos que ya tienen un MVP como con aquellos que están por construir el primero. En ambos casos, nuestro foco está en entender el contexto, validar lo importante y definir un roadmap que sea sólido pero adaptable.
Nuestro rol no es simplemente “escalar lo que hay”. Es hacer una pausa y pensar. Ayudamos a evaluar qué vale la pena conservar, qué conviene reestructurar y cómo avanzar de forma que acompañe tanto las necesidades actuales como el crecimiento futuro.
Creemos que escalar no es empezar de nuevo—es construir con propósito sobre lo que ya aprendiste.
Ejecutivo de negocios con MBA del IAE Business School y una trayectoria de más de 12 años en el mundo corporativo, el emprendedurismo y la consultoría. Fundó su propia startup y ha ayudado a empresas de diversas industrias a alinear sus necesidades reales con soluciones digitales efectivas. Especializado en conectar estrategia de negocio con ejecución tecnológica, acompaña a las organizaciones a lo largo de todo el proceso de desarrollo de producto. Aporta una mentalidad orientada al negocio, con fuerte foco en impacto, alineación y valor a largo plazo.