A nadie le gusta la deuda técnica. El término en sí evoca caos, riesgo y algo que necesita arreglarse. Pero como muchas metáforas en tecnología, puede ser engañoso. No toda deuda técnica es negativa. De hecho, en ciertas etapas de un proyecto, asumir una cantidad manejable de deuda puede ser una decisión estratégica.
Como sugiere el nombre, es una deuda—una apuesta al futuro. Algo que elegís no hacer (o simplificar) ahora, con la intención de retomarlo más adelante. Pero como cualquier deuda, tiene intereses. La clave está en decidir cuándo asumirla, cuánto cargar y cómo saldarla de forma intencional.
La deuda técnica suele verse como código desordenado, decisiones apresuradas o estructuras pobres. Y sí, eso puede ser cierto. Pero no toda deuda técnica proviene de la negligencia—también puede ser una elección consciente e informada. Puede que necesites lanzar rápido para validar una idea. Puede que tengas que entregar algo por una oportunidad comercial. O lanzar antes de que la solución “perfecta” esté clara.
En estos casos, asumir cierta deuda puede ser totalmente razonable. El verdadero problema no es que exista—es cuando no se registra, no se gestiona o no se reconoce.
Los programadores rara vez construyen sistemas de software desde cero. En cambio, pasan gran parte del tiempo modificando software existente para agregar funcionalidades, corregir errores o adaptarlo a nuevos entornos.
El desarrollo de software rara vez ocurre en condiciones ideales. Hay plazos, recursos limitados y aprendizajes que solo emergen cuando los usuarios interactúan con el producto. En ese contexto, moverse rápido puede generar más valor que construir para la perfección—siempre que se comprenda el costo de esa velocidad.
Puede tener sentido duplicar lógica en lugar de abstraerla, si eso permite iterar más rápido. O usar una herramienta temporal mientras se define una integración a largo plazo. Lo importante es no perder el rastro: cuando esas decisiones no se registran ni se revisan, se convierten en barreras silenciosas al crecimiento futuro.
No hay una línea exacta, pero algunas señales ayudan:
Al mismo tiempo, hay ciertos elementos que generalmente conviene dejar como están:
En 301, sabemos que el software no siempre sigue un camino lineal. A veces hay que entregar antes, tomar atajos bien pensados o construir para el presente sabiendo que luego evolucionará. Nuestro rol es ayudar a los equipos a tomar esas decisiones con una mirada de largo plazo. Cuando acompañamos un proyecto, no buscamos eliminar toda deuda técnica—eso no sería realista. En cambio, nos enfocamos en:
Calidad y velocidad no tienen que ser opuestos. Pero para que convivan, hace falta pensar con intención desde el inicio.
Ejecutivo de ventas con amplia experiencia en soluciones SaaS empresariales B2B y un historial de crecimiento de ingresos en América Latina y EE.UU. Ha liderado equipos comerciales de alto rendimiento tanto en entornos corporativos como startups, incluyendo roles en Mastercard y AeroMexico. Especialista en planificación estratégica, gestión global de cuentas y ejecución de estrategias go-to-market. Éxito demostrado escalando ingresos recurrentes y obteniendo rondas de inversión clave en sectores tecnológicos de alto ritmo.